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EL AÑO NUEVO POR HELENA BLAVATSKY

NOTA: EL TÍTULO ORIGINAL DE ESTE TEXTO FUE: ¡1890! EL DÍA SIGUIENTE DEL AÑO NUEVO [Lucifer, Vol. V, No 29, Enero, 1890, págs. 357-364] Cabe destacar que hace mención al nuevo año de 1890 de aquella época, pero vale la pena entender la importancia y significación de cada año. Vale la pena leerlo hasta el final.


A continuación el artículo completo.



«El velo que cubre el rostro del futuro está tejido por la mano de la misericordia.» —BULWER-LYTTON.



¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS! Esto parece bastante fácil de decir, todo el mundo espera por ejemplo algún saludo así. Sin embargo, si el deseo, a pesar de que puede proceder de un corazón sincero, lo que es probable suceda en el caso de unos pocos –es más difícil determinar. De acuerdo con nuestros principios teosóficos, cada hombre o mujer está dotado, más o menos, con una potencia magnética, la cual cuando es ayudada por una sincera y sobre todo por una intensa e indomable voluntad –es la más efectiva de las palancas mágicas puestas por la Naturaleza en manos del ser humano– para mal y para bien. Usemos entonces, Teósofos, esa voluntad para enviar un saludo sincero y un deseo de buena suerte para el Año Nuevo a todos los seres vivientes bajo el sol –enemigos implacables y calumniadores incluidos. Tratemos de sentirnos especialmente amables y perdonar a nuestros enemigos y perseguidores, honestos o deshonestos, para que ninguno de nosotros pueda enviar inconscientemente un «mal de ojo» en lugar de una bendición. Tal efecto se produce con demasiada facilidad, pero incluso sin la ayuda de la combinación oculta de los dos números, el 8 y el 9, del año recién partido y del recién nacido. Pero con estos dos números mirándonos fijamente a la cara, un mal deseo, ahora mismo, sería simplemente ¡desastroso! «‹Hala› oímos que algunos lectores casuales exclaman. He aquí una nueva superstición de los chalados teosóficos: déjennos oírlo...»


Ustedes deberán, amados hermanos críticos, pensar que no es una superstición nueva, sino muy antigua. Ello fue muy compartido, en otro tiempo, y todo el Mundo y todos los Cesares creían en esto. Estos temían el número 8, ya que postula la igualdad de todos los hombres. Fuera de la unidad eterna y el misterioso número siete, fuera del Cielo y los siete planetas y la esfera de las estrellas fijas, dentro de la filosofía sobre aritmética, nació la ogdoada. Fue el primer cubo de números pares, y por lo tanto es considerado sagrado (NOTA: Como muestra Ragón, el Masón-Ocultista, la ogdoada Gnóstica tenía ocho estrellas que representan los 8 Cabiri de Samotracia, los 8 principios de los Egipcios y Fenicios, los 8 dioses de Xenócrates, los 8 ángulos de la piedra cúbica. [Maçonnerie occulte, p. 435, nota al pie]. FINAL NOTA). El número ocho de la filosofía oriental simboliza la igualdad de las unidades, el orden y la simetría en el cielo, convertido en la desigualdad y la confusión en la tierra, por el egoísmo, el gran rebelde contra los decretos de la Naturaleza.


«La figura 8» o infinito «indica el movimiento continuo y regular del Universo», dice Ragón. Pero si es perfecto como un número cósmico, es también el símbolo del Ser inferior, la naturaleza animal del hombre. Por lo tanto, la actual combinación de los números del año augura mal para la parte egoísta de la humanidad. Pero las figuras centrales 89 en el año 1890, no son más que una repetición de las dos figuras en la cola de final de 1889. Y nueve era un dígito terriblemente temido por los antiguos. Para ellos era un símbolo de los grandes cambios, cósmicos y sociales y de la flexibilidad, en general; el triste emblema de la fragilidad de las cosas humanas. La Figura 9 representa la tierra bajo la influencia de un principio malo; los Kabalistas sostienen, además, que también simboliza el acto de reproducción y generación. Es decir que el año 1890 se está preparando para reproducir todos los males de su padre de 1889, y generar un montón del suyo propio. Tres veces tres es el gran símbolo de corporizacion o materialización del espíritu de acuerdo a Pitágoras –por lo tanto, de la materia bruta (NOTA: La razón de esto es porque de acuerdo a los Pitagóricos cada uno de los tres elementos que constituyen nuestro cuerpo es un ternario: que contiene tierra, fuego y agua; la tierra que contiene partículas acuosas e ígneas; y el fuego están atemperados por glóbulos acuosos y corpúsculos terrestres que sirven como alimentos. De ahí el nombre dado a la materia, la «envoltura nonadica». FINAL NOTA).


Toda extensión material, toda línea circular estuvo representada por el número 9, porque los filósofos antiguos habían observado que las filosofías de nuestra época, o bien dejarían de ver o bien no le atribuirían a ello ninguna importancia. Sin embargo, la depravación natural de este dígito y número es horrible. Al ser consagrado a las esferas se posiciona como el signo de la circunferencia, ya que su valor en grados es igual a 9 –es decir, a 3 + 6 + 0. De ahí, que este sea también el símbolo de la cabeza humana – especialmente de la cabeza moderna promedio, siempre dispuesta a desfilar como 9 cuando es apenas un 3. Por otra parte, este bendito 9 es poseedor de la curiosa potencia de reproducirse a sí mismo en su totalidad en cada multiplicación y ya sea deseado o no; es decir, cuando se multiplica por sí mismo o cualquier otro número esta figura descarada y perniciosa siempre dará lugar a una suma de 9 –un truco cruel de la naturaleza material, también, se reproduce a la menor provocación. Por lo tanto, se hace comprensible por qué los antiguos hacen del 9 el símbolo de la Materia, y nosotros, los Ocultistas modernos, hacemos de él, del materialismo de nuestra época –la fatalidad del siglo diecinueve, ahora felizmente en decadencia.


***


Si esta sabiduría antediluviana de las edades no logra penetrar en la «circunferencia» de las «esferas» cefaloides de nuestros Científicos modernos y Matemáticos –entonces no sabemos qué va a hacerlo. El futuro de 1890 se oculta en el pasado exotérico de 1889 y sus precedentes ocho años patronímicos.


Por desgracia –o mejor dicho, afortunadamente– el hombre en este ciclo de oscuridad está separado, como un todo colectivo, de la facultad de previsión. Si tenemos en cuenta nuestra mística consideración del hombre empresarial promedio, el libertino, el materialista, o el fanático, es siempre el mismo. Obligado a confinar su atención a la preocupación de la jornada, el hombre de negocios imita la previsión de la hormiga poniendo una parte de su comida para el invierno de la vejez; mientras que los elegidos de la fortuna e ilusiones kármicas hacen todo lo posible para emular al saltamontes en su zumbido perpetuo y una veraniega canción. El cuidado egoísta de unos y la absoluta imprudencia de los otros hace que la ignorancia permanezca sin conocer cualquier tarea seria de la especie Humana. En cuanto a los dos últimos, es decir, el materialista y el fanático, el deber hacia los vecinos y la caridad hacia todos comienzan y termina en su casa. La mayoría de los hombres aman, pero solo a los que comparten sus respectivas formas de pensar, y no se preocupan por el futuro de las razas o el mundo; ni tendrán un pensamiento, si ellos pueden evitarlo, de la vida post-mortem. Debido a sus respectivos temperamentos psíquicos cada hombre espera que la muerte le introduzca a través de porches de oro en un cielo convencional, o a través de cavernas sulfurosas en un infierno de asbesto, o al borde de un abismo que no existe. ¡Y he aquí cómo todos ellos- salvo el materialista- temen a la muerte sin lugar a dudas! ¿Puede que este temor se encuentre en el fondo de la aversión de ciertas personas hacia la Teosofía y la Metafísica? Pero ningún hombre en este siglo –girando locamente hacia su tumba abierta– tiene el tiempo o el deseo de dar más que un pensamiento ocasional sobre el sombrío visitante a quien no echara de menos ninguno de nosotros, o el Futuro.


Esto es, probablemente, correcto con respecto a lo último. El futuro está en el presente y ambos incluyen el Pasado. Con una rara visión oculta Rohel hizo una observación esotéricamente verdadera, al decir que «el futuro no viene desde antes a reunirse con nosotros, sino que viene trasmitido desde atrás por encima de nuestras cabezas». Para el Ocultista y Teósofo medio, el Futuro y el Pasado están ambos incluidos en cada momento de sus vidas, por lo tanto, en el eterno PRESENTE. El Pasado es un torrente que corre locamente de un lado a otro, al que nos enfrentamos continuamente, sin un segundo de intervalo; cada ola del mismo, y cada gota de él, es un evento, ya sea grande o pequeño. Sin embargo, en cuanto nos hemos enfrentado a él, y si aporta alegría o tristeza, si nos eleva o nos golpea o desvía nuestros pies, lo que se lleva y desaparece detrás de nosotros, se pierde antes o después en el gran Mar del Olvido. Depende de nosotros hacer todo evento inexistente en nosotros mismos, al borrarlo de la memoria; o bien para crear sobre nuestros dolores pasados Buitres Prometeicos- aquellos «pájaros de negras alas, que son los recuerdos encarnados del Pasado», que, en la gráfica imaginación «rueda y chirría a través del lago Leteo».


En el primer caso, son filósofos reales; en el segundo –nada más que tímidos e incluso cobardes soldados del ejército llamado humanidad, y comandados en la gran batalla de la vida por el «Rey Karma». Felices sus guerreros para los cuales la Muerte es considerada como una madre tierna y misericordiosa. Ella mece a sus hijos enfermos en dulce sueño sobre su frío y blando pecho para despertar un momento después, sanado de toda enfermedad, feliz y con una recompensa duplicada como un premio por cada suspiro amargo o desgarre. El olvido Post-mortem de todo mal –hasta el más pequeño– es la característica más dichosa del «paraíso» en el que nosotros creemos. Sí: el olvido del dolor y la tristeza, solamente el recuerdo vivo, o mejor dicho, de todos los vividos durante los momentos felices de nuestro drama terrestre; y si no hay tal momento, porque nunca ocurrió en la triste vida, entonces, la gloriosa realización de todos los legítimos, pero insatisfechos deseos que hemos tenido, tan reales como la vida misma e intensificados setenta y siete veces siete...


***

Los Cristianos –sobre todo los Continentales– celebran su Día de Año Nuevo con especial pompa. Este día es el Devachán de niños y siervos, y se supone que todo el mundo es feliz, desde los Reyes y Reinas bajando hasta los porteros y cocineros. El festival es, por supuesto, puramente pagano, al igual que lo son, con muy pocas excepciones, todos nuestros días festivos. Las queridas y viejas costumbres paganas no han desaparecido, ni siquiera en la Inglaterra Protestante, aunque aquí el Año Nuevo ya no es un día sagrado – es una lástima. Los regalos, que antes se llamaban en la antigua Roma strenae (ahora, étrennes en francés), siguen intercambiándose mutuamente. La gente se saluda con las palabras:–Annum novum Faustum felicemque tibi, como antaño; los magistrados, es cierto, ya no sacrifican un buey blanco en honor de Janus. Pero los magistrados, sacerdotes y todos aún devoran grandes bueyes gordos y pavos en Navidad y en la cena de Año Nuevo, en conmemoración del cisne y dirigente. Las citas doradas, las deshidratadas y doradas ciruelas y los higos han pasado de las manos de los tribunos en su camino hacia el Capitolio hasta los árboles de Navidad para los niños. Sin embargo, si el moderno Calígula ya no recibe montones de monedas de cobre con la cabeza de Janus a un lado de ellas, se debe a que su propia efigie sustituye a la del dios de cada moneda, y que el cobre ya no es tocado por manos reales. Así como tampoco tienen la costumbre de presentar a unos Soberanos recibiendo strenae hace mucho tiempo que han sido abolidos en Inglaterra.


Disraeli nos cuenta en sus Curiosidades Literarias sobre 3000 vestidos que se encontraron en el guardarropa de la reina Bess después de su muerte, los frutos del impuesto de Año Nuevo de sus fieles súbditos, desde los duques a los barrenderos. Mientras los éxitos de cualquier asunto en ese día se consideren un buen augurio para todo el año en la antigua Roma, existe la creencia hasta el día de hoy en más de un país Cristiano, y en Rusia pre- eminentemente también. ¿Es porque en vez del Año Nuevo, el muérdago y el acebo que son utilizados ahora en el día de Navidad, se ha convertido en un símbolo Cristiano? El corte del muérdago de la encina sagrada en el día de Año Nuevo es una reliquia de los antiguos Druidas de la pagana Bretaña. La Bretaña es Cristiana y tan pagana en sus formas como una vez lo fue.


Pero hay más de una razón por qué Inglaterra se ve obligada a incluir el Nuevo Año como un día sagrado entre las fiestas Cristianas. El 1 de enero es el octavo día después de Navidad, de acuerdo a las historias, tanto profanas y eclesiásticas, es la fiesta de la circuncisión de Cristo, sólo seis días después de la Epifanía. Y esto tan innegable, como todo el mundo sabe, ya que es un hecho como cualquier otro, que sucedió mucho antes de la llegada de los tres Magos Zoroástricos, la circuncisión, el nacimiento o ambos: el 1 de enero fue el primer día del año civil de los Romanos, y se ha celebrado desde hace 2.000 años hasta ahora.


Es difícil ver la razón, ya que la Cristiandad ha contribuido con las Escrituras Judías, y junto con ellas su curiosa cronología, por qué debería haber encontrado que no son aptos para adoptar también la Rosh ha-Shanah (la cabeza del año) Judía, en lugar del Año Nuevo pagano. Una vez que el 1er Capítulo del Génesis queda encabezado en todos los países, con las palabras: «4004, Antes de Cristo», coherentemente por sí solo debería haber sugerido la conveniencia de dar preferencia al calendario Talmúdico sobre el Romano Pagano. Todo parecía invitar a la Iglesia a hacerlo. Sobre la autoridad innegable de la revelación Rabínica, la Tradición nos asegura que fue en el 1er día del mes de Tishri, que el Señor Dios de Israel creo el mundo –hace sólo 5848 años. Luego está ese otro hecho histórico, es decir, que nuestro padre Adán fue creado asimismo en el primer aniversario de ese mismo día de Tishri –un año después. Todo esto es muy importante, y eminentemente sugestivo, y subraya enfáticamente nuestra proverbial ingratitud occidental. Por otra parte, si se nos permite decir, ello es peligroso. Porque ese idéntico primer día de Tishri es también llamado «Yom ha-Din», el Día del Juicio. El Al Shaddai Judío, el Todopoderoso, es más activo que el «Padre» de los Cristianos. Este último nos juzgará sólo después de la destrucción del Universo, en el Gran Día cuando las Cabras y las Ovejas permanezcan, cada una en su parte asignada, en espera de la felicidad eterna o la condena. Sin embargo, Al Shaddai, nos dicen los Rabinos, se sienta a juzgar en cada aniversario de la creación del mundo- es decir, en cada día de Año Nuevo. Rodeado de Sus arcángeles, el Dios de la Misericordia tiene las actas astro-siderales abiertas, y el nombre de cada hombre, mujer y niño es leído en voz alta en estos Registros, donde los más mínimos pensamientos y acciones de todos los seres humanos (¿o son solo los Judíos?) es introducido. Si las buenas obras superan en número a las malas acciones, el mortal cuyo nombre es leído vivirá durante aquel año. El Señor atormenta a uno o dos Faraones Cristianos, y lo entrega a él para esquilar. Pero si las malas acciones superan las buenas entonces- ay de los culpables; él está inmediatamente condenado a sufrir la pena de muerte durante ese año, y es enviado a la Sepultura.


Esto implicaría que los Judíos consideraran el don de la vida como algo ciertamente precioso. Los Cristianos aman tanto sus vidas como los Judíos, y ambos están generalmente asustados por estar fuera de su control la proximidad de la Muerte. Por qué debería ser así nunca ha quedado claro. De hecho, esto no parece más que un pobre cumplido para compensar al Creador, como sugiere la idea de que ningún cristiano en particular gusta encontrarse a la Gloria Inefable del «Padre» cara a cara.


¡Queridos y amados Niños!


Un devoto Católico Romano nos aseguró un día que no era así, y atribuyó el pánico al temor reverencial. Por otra parte, trató de convencer a sus oyentes que la Santa Inquisición quemó a sus «herejes» por pura bondad Cristiana. Ellos fueron expulsados del camino terrestre de las travesuras de este modo, dijo, porque la Madre Iglesia sabía muy bien que Dios Padre tendría mejores cuidados con las víctimas quemadas que ningún poder mortal pudiese, mientras eran materia bruta y viviente. Esto puede ser una visión equivocada de la situación, sin embargo, esta medida está dentro de toda caridad Cristiana.


Hemos oído una versión menos caritativa de la verdadera razón de la quema de herejes y de todo lo que la Iglesia estaba decidida a eliminar; y por comparación, esta razón colorea la doctrina Calvinista de la predestinación a la felicidad eterna o la condenación con un buen tono rosado. Ello está declarado en los registros secretos archivos del Vaticano, que el quemar hasta el último átomo de carne, después de romper todos los huesos en pequeños fragmentos, se hizo con un propósito determinado: el prevenir que el «enemigo de la Iglesia» tomara parte y compartir, incluso en el último acto del drama del mundo –como es teológicamente concebido– es decir, en «la Resurrección de los Muertos» o de toda carne, en el gran Día del Juicio. Como la Cremación está ahora en oposición con la Iglesia por el mismo principio –a saber, que un «Durmiente» incinerado al ser levantado por el sonido de la trompeta del ángel, le resultaría imposible reunir a tiempo sus esparcidos miembros– razón dada para el auto-da-fé que parece bastante razonable y probable. El mar dejará levantarse a los muertos que están en él, y también la muerte y el infierno entregarán sus muertos (Apocalipsis xx Vide, 13); pero el fuego terrestre no debe ser acreditado como género, tampoco supone compartir las características asbestosianas del fuego del infierno ortodoxo.


Una vez que el cuerpo está cremado es como destruir por completo con respecto al último levantamiento de los muertos. Si la razón oculta del inquisitorial auto de fe se apoya en los hechos –y en lo personal nosotros no albergamos la menor duda de ello, considerando la autoridad que se ha recibido– entonces la Santa Inquisición y los Papas tendrían muy poco que decir en contra de la doctrina protestante de la Predestinación. Esto último, como se garantiza en el Apocalipsis, le da alguna posibilidad, al menos, a los «Condenados» a quien se mandó al infierno en la última hora, y que pueden aun así ser perdonados. Mientras las cosas tuvieron lugar en la naturaleza de la forma que la teología de Roma decretó que seria, los pobres «herejes» se encontrarían en peores condiciones que cualquiera de los «condenados». Pregunta natural: ¿cuál de los dos, el Dios Calvinista o el Dios Jesuita, inventó primero el quemar mejor que el otro, en la refinada y diabólica crueldad? La cuestión deberá mantenerse en 1890, sub judice, como se hizo en 1790?


***


Pero la Inquisición, con su participación y su potro de diabólicas torturas, está felizmente terminada ahora, incluso en España. De lo contrario nunca habrían sido escritas estas líneas; ni tampoco nuestra Sociedad tendría buenos Teósofos en la tierra de Torquemada y el antiguo paraíso de hombres, abrasados en las fiestas, como los tiene ahora. Feliz AÑO NUEVO para ellos, también, como a todos los Hermanos dispersos por todo el ancho globo. Sólo nosotros, los teósofos, tan amablemente apodados los «lunáticos del siete» preferiríamos otro día para nuestro Año Nuevo. Al igual que el Emperador apóstata, muchos de nosotros tenemos todavía un fuerte amor persistente por los dioses brillantes y poéticos del Olimpo y de buen grado repudiaríamos la doble cara Tesalónica. El primero de Enero fue una vez más sagrado para Janus así como para Juno; y janua, significa «la puerta que abre el año», y mantiene como bueno cualquier día de Enero. El 3 de Enero, por ejemplo, fue consagrado a Minerva-Atenea, la diosa de la sabiduría y para Isis, «la que genera la vida», la antigua dama patrona de la buena ciudad de Lutecia. Desde entonces, la madre Isis ha sido víctima de la fe y la civilización de Roma y Lutetia junto con ella. Ambas se convirtieron en el calendario Juliano (la herencia pagana de Julio Cesar utilizado para la Cristiandad hasta el siglo XIII). Isis fue bautizada Genoveva, y se convirtió en una santa y mártir beatificada, y Lutetia se llamó Paris para variar, preservándose la misma antigua patrona, pero con la adición de una nariz falsa (NOTA: Este festival se mantiene sin cambios tanto como el de la señora Patrona de Lutetia, en París, y hasta el día de hoy, Isis recibe honores religiosos en todas las iglesias de París y América. FINAL NOTA). La vida misma es un baile de tristes máscaras en los que la espantosa danza macabra es llevada a cabo cada instante; ¿por qué deben mentir los calendarios e incluso la religión que en tal caso se permitieron participar en la farsa?


Para ser breve, es el 4 de Enero, el que debe ser elegido por los Teósofos –los Esoteristas especialmente– como su Año Nuevo. Enero está bajo el signo de Capricornio, el misterioso Makara de los Místicos Hindúes –los «Kumaras», que se manifestaron después de haber encarnado en la humanidad bajo el décimo signo del Zodíaco. Durante mucho tiempo el 4 de Enero fue consagrado a Mercurio-Budha (NOTA: El 4 de Enero es consagrado a Mercurio, a quien los Griegos llamaron Hermes, los R. Católicos han incluido a San Hermes en su Calendario. Justo del mismo modo, el 9 de ese mes ha sido siempre celebrado por los paganos como el día de la «conquista del sol», la R. católica han transformado el nombre en un nombre propio, haciendo de él San Nicanor (del griego nikao, la conquista), a quien honran el 10 de enero. FINAL NOTA), o Thoth-Hermes. De este modo, todo se combina para hacer de ello una fiesta en la que se celebrará verdaderamente por aquellos que estudian la Sabiduría antigua. Llámese Budh o Budhi o por su nombre Aryan, Mercurios, hijo de Caelus y Hécate, o del mago divino (blanco) y el infernal (negro) o por su nombre Helénico, o también Hermes o Thoth, su nombre Greco-Egipcio; el día parece en todo sentido más apropiado para nosotros que el 1 de Enero, el día de Jano, el «dios del tiempo» de doble cara –servidores. Sin embargo, fiel a su denominación, y así elegido para ser celebrado por todos los oportunistas políticos del mundo entero.


¡Pobre Janus! ¡Como sus dos caras deben haberse mirado perplejas en la última hora de la medianoche del 31 de Diciembre! Pensamos que vemos estas antiguas caras. Una de ellas se arrepintió del Pasado, en la niebla recogiendo rápidamente el cadáver de 1889 que está desapareciendo. El triste ojo del Dios sigue con nostalgia los principales eventos impresos en el difunto Annus: la torre Eiffel se desmorona; el colapso de la «monotonía» –a pesar de la «décima mula» de Mark Twain– la aliteración Parnell-Pigot, las diversas abdicaciones, declaraciones y suicidios de la realeza; la Hégira de aristocráticos Mohammeds, y cosas tales como monstruos y fiascos de la civilización. Esta es la cara de Jano del pasado. La otra, la cara del Futuro, se volvió inquisitivamente hacia otro lado, y mira en lo más profundo de las entrañas del Futuro; el vacío sin esperanza, con los ojos muy abiertos nos habla de la ignorancia de Dios. No, no son las dos caras, ni siquiera las ocasionales cuatro cabezas de Janus y sus ocho ojos que pueden penetrar en el espesor de los velos que envuelven los misterios kármicos con los que el Año Nuevo está preñado desde el instante de su nacimiento. Lo que has de dotar al mundo, oh fatal Año 1890, con tus números entre una unidad y un sistema cifrado, simbólicamente entre el vivir el hombre erguido, la encarnación de las malvadas travesuras, y del universo de la materia (NOTA: Sólo cuando el sistema cifrado se destaca por sí mismo, sin ser precedido por cualquier dígito, es que se convierte en el símbolo del Kosmos infinito y de la absoluta-Deidad. FINAL NOTA).


La «gripe» la tienes ya en tu bolsillo, pero la gente lo ve asomando. Ya tenemos una premonición a través de las noticias de América sobre las personas asesinadas a diario en las calles de Londres o por caer sobre los cables eléctricos de la nueva «locura de iluminación». ¿Ves, Oh Janus, elevado como la «hermana Anne» sobre el parapeto que divide los dos años, un pequeño David matando al gigante Goliat, el pequeño Portugal asesinando a gran Bretaña, o su prestigio, en todo caso, en el horizonte de las tórridas zonas de África? ¿O es un Sudra Hindú ayudado por un Bonzo Budista en nombre del Imperio de los Celestiales quienes te hacen fruncir el ceño así? ¿Es que no vienen a convertir dos terceras partes de los teólogos Anglicanos la adoración de la gente del Krishna color azul y de Buda del elefante, con las orejas colgantes, que se sienta con las piernas cruzadas y sonríe tan suavemente sobre una flor loto, parecida a una col? Porque estos son los ideales teosóficos –más aun, la Teosofía en sí, la divina Sabiduría– como es distorsionada en la mente groseramente materialista, todo el antropomorfismo del promedio de los filisteos Británicos. ¿Qué indescriptibles nuevos horrores traerás tú, 1890, que desvelarás ante los ojos del mundo? ¿Será él, aunque invulnerable y riéndose de todas las tragedias de la vida, burlándose también, cuando Janus, apellidado así en razón de la llave en la mano derecha, Janitor, el guardián del Cielo –una función que a él le fue confiada mucho tiempo antes de convertirse en San Pedro– usando esa llave? Es sólo cuando se ha abierto una tras otra las puertas de cada uno de los 365 días («verdaderas cámaras secretas de Barba Azul») que se convierten en tu futura progenie, oh forastero misterioso, los países podrán decidir que fuiste un «Feliz» o un Nefasto Año.


Mientras tanto, dejemos a todas las naciones, como a cada lector, volar para consultar a sus respectivos dioses si quieren aprender los secretos del Futuro. Así, el americano, como Nicodemo, puede ir a uno de sus tres Cristos vivientes e incluso reencarnados, llamados cada uno a sí mismo Jesús, ahora florecientes bajo el Himno de la Libertad. El Espiritualista está en libertad de consultar a su médium favorito, quien puede elevarse hasta Saúl o evocar el espíritu de Deborah para el beneficio e información de su cliente. El caballero deportista puede doblar sus pasos hacia la misteriosa morada del jinete de jockey, su rival, y el político promedio consulta secretamente, a un quiromántico profesional, o a un astrólogo, etc. etc. En cuanto a nosotros tenemos fe en los números y sólo en esa cara de Janus que es llamada el Pasado. Porque –¿Acaso el mismo Janus conoce el futuro?–O...


....«Tal vez él mismo sabe que no lo sabe».


Helena Blavatsky


Helena Blavatsky recibiendo el año nuevo con adeptos


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Dharma Atma que se traduce como enseñanza o ciencia del alma, es un movimiento de orden iniciático que introduce al buscador de la verdad al estudio de las fuerzas ocultas de la naturaleza

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